Nunca voy a ocultar mi fanatismo por el Bolívar de Bolivia y el AC Milán de Italia, pero un equipo se ganó mi admiración y respeto, el Liverpool.
Terminado el primer tiempo de la final de la Champions League jugado en Estambul el 2005, yo creí que el "rossonero" ya tenía la "orejona" en el bolsillo y que el segundo tiempo íbamos a golear a los ingleses, pero no contaba con la furia del capitán Gerrard que guió a sus compañeros a una remontada histórica. Esa final es considerada como la más emocionante de las que se disputaron hasta la fecha.
En el tiempo extra, después del empate, un cabezazo de Shevchenko tuvo una genial respuesta de Dudek y era un presagio de lo que se vendría en la definición desde los doce pasos.
Ese conjunto "red" empezó esa edición desde la pre-champions o tercer turno preliminar ante el Graz de Austria, ganó el partido de ida pero luego perdió en su terreno, clasificando por goles anotados de visitante; posteriormente le tocó un grupo complicado, con el subcampeón de la anterior temporada y dos rivales molestosos, el Depotivo La Coruña y el Olympiakos. Superado el Leverkusen en octavos de final, el salto de calidad lo dio en cuartos, cuando se enfrentó a la Juventus que en ese momento era considerado con el mediocampo más fuerte de Europa, con el brasileño Emerson, Nedved y Mauro German Camoranesi; superada la "vecchia signora" comienza una historia épica contra el Chelsea, una serie de encuentros europeos, hasta el año 2008, donde siempre termina imponiéndose la squadra de Anfield.
Esa plantilla estaba conformada por jugadores muy capaces, como: Dudek, Carragher, Sami Hyypia, los españoles Luis Gracia y Alonso, Gerrard, Riise, Kewell, Milan Baros, el Checo Smicer, Hamann y el francés Cisse.
Considero que lo mejor que tenían era su lucha permanente, de no rendirse nunca liderados por Gerrard, la capacidad de su técnico el español Rafa Benítez y una dupla goleadora (Cisse, Baros) que aseguraban siempre goles, apoyados por un centrocampo talentoso.
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